Ley, brutalidad y derechos humanos
No hay hoy en día conceptos más interesantes sobre los cuales discutir y filosofar que los mencionados en el título de esta nota: Ley, brutalidad y derechos humanos. Habrá que detenernos a reflexionar sobre el significado de cada uno de estos conceptos, su significado y cómo estos nos afectan directa e indirectamente.
Los seres humanos somos seres sociales, todos lo hemos escuchado más de alguna vez, pero ¿Qué significado tiene? No cabe duda que vivir en sociedad supone tantos beneficios, pues permite dos cosas a grandes rasgos: la división del trabajo y la facilitación de la vida. Antes de empezar a hablar sobre estas cosas, hay que mencionar que los seres humanos poseemos necesidades desde las más vitales hasta las relacionadas con aspectos meramente humanos como el éxito profesional y el conocimiento. La división del trabajo facilita el cumplimiento y el goce de todas las necesidades humanas; sin embargo, acarrea también un sin fin de otras preocupaciones derivadas precisamente de ese instinto de supervivencia salvaje al que todos los seres vivos estamos sujetos, el cual se traduce en la competencia por el acaparamiento de los bienes y del poder mismo, es decir que cada ser vivo busca siempre, una vez satisfechas sus necesidades básicas, la predominancia suya en primer lugar y la de su especie en segundo lugar.
El ser humano desarrolló en su evolución mecanismos para asegurar la satisfacción de las necesidades básicas, y una vez satisfechas estas, solo quedaba buscar la predominancia. Es difícil entender plenamente cómo funcionan las sociedades, las que a veces parecieran ser complejas y de pronto tornarse salvajes. Aún es más difícil entender si el ser humano es bueno o malo por naturaleza, y más aún entender lo que es bueno y lo que es malo. A veces pareciera que cada ser humano posee su propia concepción sobre el bien y el mal, y por si esto no fuera lo suficientemente complejo, esas concepciones sean dinámicas y cambien incluso con el estado de ánimo. Para mí, la sociedad no es más que es un enorme cúmulo de una inmensa y abrumadora variedad de opiniones, intereses y pensamientos, sin importar por qué estén guiados.
Como en el juego "arranca cebollas", si cada quien tirase hacia el lado que más se le antojase, la sociedad sería una maraña sin sentido y salvaje. Por esto el ser humano ideo las "reglas del juego" para vivir en sociedad y para que cada quién decidiera cómo jugar. La pregunta aquí es, ¿Quién establece las reglas del juego? Y más importante, ¿Quién vela que las reglas sean justas para todos y se cumplan al pie de la letra? Las sociedades actuales parecieran estar yéndose a toda prisa hacia el despeñadero, en un juego en el que cada quien quiere hacer sus propias reglas del juego y donde nadie vela por la justicia. La brutalidad enardecida a causa de falta de juez en la sociedad ocasiona desde ayer y hoy más que nunca la muerte de muchos con lujo de barbarie, quedando todo en la impunidad. Los derechos humanos, los que la humanidad ha pagado con sangre, sudor y lágrimas a lo largo de la historia, brillan ahora por su ausencia en el momento en que más deberíamos gozar de ellos.
Nunca he entendido por qué el ser humano, teniendo todo para asegurar la vida, prefiera destruirla; por qué la humanidad, teniendo las herramientas para estar unida, prefiere dividirse. Hoy más que nunca es evidente que la humanidad es guiada por el egoísmo individual, el cual sigue arrebatando cobardemente la vida de muchos. Al menos en mi país, El Salvador, parece que no hay ley ni derechos humanos, sólo brutalidad, pobreza, falta de dignidad humana y discordia por doquier. Solo espero que el entendimiento haga reaccionar a las personas y ojalá algún día la unidad y el respeto por la ley y los derechos humanos dictaminen un juego limpio y en paz, que es lo que muchos anhelamos por la humanidad.