A veces, de tanto buscar, acabamos eligiendo lo peor...
Está claro que a todos (o casi todos) nos preocupa el mañana. Y cuando digo "mañana" no me refiero exclusivamente a qué vamos a hacer y de qué vamos a vivir, si es que por alguna razón no llegamos estar vivos. Pero es aquí donde todo se vuelve interesante, porque aunque todos veamos hacia adelante, no todos tenemos la mis expectativa respecto a qué vendrá mañana. Quiero enfocar toda vuestra atención al futuro de nuestras sociedades, en lo se refiere a política.
La política se entiende mejor como un apartado que describe las relaciones de poder en lo referente a la toma de decisiones y administración, especialmente de los bienes de una masa de personas organizadas. No es fácíl definir con exactitud el término, pero aquí vamos a enfocarnos en el resultado de la política institucional que aqueja las naciones. El ser humano ha desarrollado la capacidad para diseñar sistemas que faciliten su vida y le ayuden a prolongar su vida y bienestar. Uno de los sistemas más interesante diseñados por el ser humano es el de "País". Mas que una simple extensión territorial delimitada por barreras a veces invisibles, los países son una maravilla en el diseño de sistemas, unos más eficientes que otros. Los países contienen en su interior una estructura institucional que es, lo que a la anatomía y fisiología, mantienen andando el desarrollo en diversas áreas. Pero las instituciones no son más que grupos de personas organizadas, articuladas con el sistema y con una finalidad clara.
Después de inventar las instituciones, como "pininos" de la humanidad hacia una vida más acomodada, es evidente que, como todo lo que crea el ser humano, con todas sus imperfecciones, las instituciones también están infectadas con la peste humana. Esta peste es como un cáncer que se expande y se recrea junto con todas los obstáculos que se le imponen. Tanto que tuvieron que crearse instituciones para vigilar a otras instituciones, e instituciones que vigilan a instituciones que vigilan a instituciones, y así sucesivamente, de modo que al final tenemos un sistema con demasiadas instituciones, que además de imperfectas, succionan recursos importantes. No quiero decir que crear instituciones inútiles o la institucionalidad misma sean un mal, sino que el mal de todo ello somos nosotros y nuestro afán de ser estúpidos. Porque tenemos la obligación de reconocer que a veces somos estúpidos y tomamos malas decisiones.
La democracia, además de ser una quimera, es un sistema demasiado exquisito, pero basado en una falacia ad populum: pues supone de manera ingenua que el grupo es sabio. En todo esto hay mucha tela que cortar, pero lo más importante es reconocer que "la sabiduría del grupo" es otra falacia inventada por las mentes corruptas que ostentan la punta de la pirámide del sistema. El conocimiento y el intelecto no sólo dependen de devorar vorazmente libros de buena calidad, sino que está relacionada con el desarrollo del cerebro, que comienza desde que un óvulo es fecundado por un espermatozoide.
A nuestros pueblos latinoamericanos nos ha alcanzado un mal derivado de "las instituciones, de las instituciones, de las instituciones, del sistema", y eso se manifiesta en un descontento colectivo e inconformidad con la política. Derivado del descontento, e inspirado por las luchas sangrientas europeas de la edad moderna, el sistema ya no es visto como un ente inquebrantable y perfecto, sino que es visto desde todas sus falencias. Ha cobrado entonces una fuerza implacable el populismo, como una doctrina que defiende "la sabiduría del grupo", y que ahora amenaza con destruir todo el sistema. El populismo es el consuelo de las masas inconformes. Desde aquí es ya evidente que la fuerza del populismo se alimenta del descontento de los grupos contra el sistema tradicional.
No es que esté mal querer reformar el sistema y renovar sus virtudes, sino que está mal hacerlo desde una postura errática: 1) la parcialidad de visión en donde el sistema es un "villano", pues hay que reconocer que en todo grupo hay buenos y malos elementos; 2) "la sabiduría de grupo", la cual es una patraña tan grande como el ego de cada uno, y precisamente los pueblos ignorantes son los que más inflado tienen el ego, como un mecanismo de defensa; y 3) que el populismo sea un sistema cuya única y más importante propuesta sea destruir el sistema tradicional, aunque para ello deba generar tanto odio que motive a la gente a cometer barbaries porque "tienen la razón".
Conviene que cada uno reflexione sobre su rol en sociedad, reconozca sus falencias y no enaltezca su ego más allá de la estupidez humana. Todos los que somos humanos nos equivocamos, y nuestra grandeza está en reconocerlos.
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